Son tantas las comodidades que nos brinda la sociedad actual que, en no pocas ocasiones, perdemos la conciencia de todo lo que se necesita para hacerlas posibles. Un buen ejemplo lo tienes en los envíos, un sector que -no en vano- ha crecido como la espuma a causa de la pandemia.
Sin duda, lo más sencillo de su operativa es, quizá, lo que a ti te parecerá más complicado: solicitar el artículo a quien lo posee. A fin de cuentas, se trata de una gestión solucionable por teléfono o correo electrónico. El problema para los interesados comienza cuando deben llevar, físicamente, lo solicitado hasta tu puerta.
Lo que surge en ese momento es, para los operadores logísticos, un verdadero ‘infierno’ desde que el repartidor se zambulle, con su vehículo, en el tráfico de la ciudad. Obras, accidentes, atascos… Obstáculos de la vida urbana que retrasan los envíos y -lo que es más importante- contribuyen a una mayor contaminación emitida por las furgonetas de reparto, al permanecer más tiempo en funcionamiento.
Carga de sostenibilidad
Por tanto, lo que se conoce como ‘logística capilar’ es uno de los mayores quebraderos de cabeza para las compañías del sector. Debido a ello, escudriñan constantemente el mercado en busca de nuevas soluciones a la movilidad de las pequeñas mercancías.
La ‘startup’ española WagonGO acaba de presentar su propuesta. Se trata de un triciclo -patentado por ellos mismos-, equipado con un motor eléctrico que permite aliviar el esfuerzo de las pedaladas durante la conducción.
Su gran ventaja reside en que este sistema no entiende de restricciones ni mapas: puede acceder al centro bajo cualquier escenario de polución, maniobrar en cualquier calle -por estrecha que sea- e, incluso, estacionar en las aceras. Además, es muy capaz gracias a su cajón frontal, que -según la compañía- puede llevar objetos de hasta 100 kg de peso.
El CEO y fundador de WagonGO, Miguel Ángel del Pino, tiene ambiciosos planes para este vehículo: «Nuestro objetivo es batir el récord haciendo cualquier entrega en un tiempo inferior a las tres horas, llegando desde y hasta cualquier punto. De ahí que nuestros triciclos puedan tanto circular dentro de la M-30, como llegar hasta la última milla alcanzando los 40 ó 60 km/h».