La carrera por el dominio de la industria del automóvil ha devenido en grandes avances tecnológicos. Estos, sobre todo, se han concentrado en la proliferación de coches autónomos. Dichos vehículos están equipados con una notable cantidad de sensores, ordenadores y sistemas de control. Pero no han aparecido en solitario, sino acompañados por el desarrollo de infraestructuras de asistencia en carretera.
La conducción autónoma trae consigo muchos beneficios. Tanto a nivel ecológico como de disminución de riesgos de colisión. Pero el desenfrenado ritmo del avance tecnológico no parece recaer en asegurar contra ciberataques el entorno de la conducción.
El incremento del número y complejidad de los sistemas informáticos en coches modernos también ha hecho crecer el número de amenazas sobre ellos. La cifra de ciberataques a sistemas integrados en vehículos crece cada año. Esto ha provocado que salten las alarmas en las compañías, que cada vez procuran más mantenerse seguros ante estas vulnerabilidades.
Las carreteras echan una mano
La llegada de la conducción asistida y autónoma, demanda ayuda por parte de infraestructuras externas. Ciertos sensores, radares u otros dispositivos de análisis se despliegan en las carreteras y comparten información con los sistemas de los vehículos. Este tipo de tecnologías todavía se encuentran en un estado temprano de desarrollo, pero forman parte intrínseca de un futuro de conducción autónoma generalizada.
Sin embargo, de nuevo, un avance tecnológico también abre la puerta a vulnerabilidades. Y en el caso de este tipo de infraestructuras de asistencia, parece que se están ignorando estos riesgos. Un ciberataque sobre estos dispositivos podría provocar que un coche recibiese información errónea y ejecutase acciones irresponsables.
Puede darse la situación en la que uno de estos sistemas esté siendo crackeado para provocar que los vehículos con los que cruza información realice maniobras poco adecuadas o incluso negligentes. Estos pueden estar incorporados en cualquier elemento de la carretera, incluido un simple semáforo.
Esto hace que mantener ciberseguras estas redes de asistencia sea prioritario. Desplegar un escenario totalmente automatizado resulta muy costoso y queda en manos de los gobiernos. Las compañías deberían ser conscientes de los riesgos y hacer presión sobre estos temas.
Desarrollar con la ciberseguridad en mente
Por ello, es aconsejable que en el desarrollo de esta tecnología se tomen ciertas precauciones a este respecto. La primera pasa por entender cuál es la amenaza, saber de donde viene y conocer los motivos de estos ataques. Como esto puede ser cambiante, es pertinente crear una legislación flexible que se pueda adaptar constantemente al panorama.
El segundo paso es la fabricación de dispositivos con resiliencia. Esta característica de seguridad asume que los ciberataques son innevitables, pero trata de mitigar sus consecuencias. Una vez un producto está finalizado, debe hacerse un examen exhaustivo su resistencia a ser crackeado.
Por último, la alternativa ideal es implementar el objetivo de la ciberseguridad en cada una de las etapas del desarrollo. Si un dispositivo se pone a prueba una vez construido y se demuestra vulnerable, deshacer etapas de producción puede ser lento y costoso. Sin embargo, con el método de desarrollo por capas, se evita este problema.
Lo que hace esta forma de actuar aún más interesante, sería la creación de un protocolo conjunto. Esto implicaría que todos los actores implicados en la conducción autónoma, parcial o total, siguiesen unas pautas unificadas. Desde los coches autónomos y sus sistemas a dispositivos de análisis externo o controladores del tráfico.
Estos son solo algunos de los pasos a seguir por las organizaciones para asegurar las infraestructuras del futuro. Las compañías tecnológicas y los gobiernos deben cooperar para desarrollar infraestructuras de asistencia de forma adecuada. No solo en la industria del automóvil, sino en el panorama general.
*Artículo escrito por Miles Morris y publicado originalmente en PwC.