Una consecuencia directa de la tecnología aplicada a la conducción es el hecho de que cada vez parece más complicado encontrar los límites de un automóvil moderno. Y, de igual manera, las marcas de coches se rompen -no literalmente, pero casi- la cabeza para encontrar escenarios que pongan sus modelos a prueba de verdad.
La solución más común suele ser la de trasladarse a los lugares más inhóspitos del planeta. Un viejo recurso que suele funcionar, y del cual te hemos dejado anteriormente algunos ejemplos… tanto en caliente, como en frío.
Respecto a este último, Lexus quiso aprovechar los momentos más duros del invierno para comprobar cómo se comportan sus modelos. Pero también quería que fuese una prueba lo más especial posible. Así que hicieron las maletas y se desplazaron hasta una zona lejana… y fuera de las vistas habituales.
La ruta del hielo
Situado en las profundidades de la estepa siberiana -y a un suspiro de la frontera con Mongolia- se encuentra el lago Baikal, el acuífero de agua dulce más profundo del planeta. Durante el estadío invernal -con temperaturas de hasta 60 grados bajo cero-, su agua se congela hasta una profundidad de 1,5 m. De hecho, la capa de hielo resultante es tan gruesa -y resistente- que la laguna se convierte en una carretera nacional más de Rusia.
El desafío exigía un piloto a la altura del escenario y, por ello, la firma japonesa se puso en manos de Nikita Shikov, uno de los principales campeones de ‘drifting’ de Rusia. Entre su palmarés destacan dos subcampeonatos de la Russian Drift Series, un subcampeonato de la Fórmula Drift Russia y un título de la Auto Exotics Cup. A pesar de este completo currículum era la primera vez que conducía sobre hielo, una superficie muy distinta de los circuitos asfaltados a los que está acostumbrado.

El primer modelo de Lexus en ‘sufrir’ su tortura fue el todocamino RX 450h. Acostumbrado a controlar lo incontrolable, su sistema electrónico de tracción integral suscitó algunas dudas en él: “Al principio era escéptico. […] Sin embargo, una vez sobre el hielo, pronto descubrí que el eje trasero se activa muy rápidamente, así que puedes deslizarte sabiendo que controlas la potencia de las cuatro ruedas”.
El comportamiento del deportivo LC 500, en cambio, sí entraba dentro del guión previsto por el piloto ruso: “Era la primera vez que conducía este gran turismo y fue increíble. De camino a nuestro campamento, por carreteras secundarias, me quedó clara su aptitud para cubrir largas distancias, circulando a gran velocidad con su gran aerodinámica, su cómodo habitáculo y la posición ideal del conductor”.

Y añadía: “En cuanto tocas el hielo notas enseguida la tracción a las ruedas traseras. Teniendo en cuenta el peso del coche y el hecho de que montábamos neumáticos convencionales, la aceleración no era lo principal; lo importante era la técnica de conducción, buscar los límites del vehículo”.