Uno de los principales obstáculos a la conducción autónoma es el desafío que supone enseñar a un ordenador cómo proceder para observar su entorno. No en vano, nuestros ojos y cerebro realizan este proceso al instante, sin que -todavía- sepamos cómo se ‘traducen’ los impulsos de un órgano a otro.
Y es que la inteligencia artificial ‘aprende’ de una forma completamente distinta, repitiendo cada situación hasta crear un patrón. Asumido esto, lo que les queda a los ingenieros es calibrar la calidad de la información que recibe.
Skoda no deja de aumentar su enfoque en esta tecnología. Y, precisamente, los expertos de su ‘FabLab’ trabajan para conseguir que las futuras IAs de sus modelos tengan una ‘vista’ de lince.
Con el mejor de los ojos
Este nuevo laboratorio de la marca checa es todo un ejemplo de ‘Industria 4.0’. Se divide en varias áreas de trabajo temáticas, dentro de cada cual sus técnicos desarrollan sus propias ideas y proyectos. Un pequeño remanso de creatividad en un ‘cosmos’ tan mecánico y repetitivo.
Uno de sus actuales experimentos consiste en un globo aerostático -similar a los utilizados en meteorología- que se ‘pasea’ por los terrenos de la sede de Mladá Boleslav. Este dispositivo incorpora cámaras que monitorizan los estacionamientos de los empleados, buscando asimismo los huecos disponibles.
En un ciclo constante, el sistema asociado compara las imágenes con las almacenadas en sesiones anteriores. Ello fuerza al propio sistema a reconocer -y establecer- ciertos patrones. De esta forma, las desviaciones entre cada situación y la ‘ideal’ pueden detectarse y evaluarse automáticamente.
Skoda cree que los sistemas de ayuda al aparcamiento serían una de sus aplicaciones más lógicas. Por el momento, tan sólo es posible lograr que un ‘Park Assist’ encuentre el hueco más rápidamente. Pero, pasado mañana, podría dirigir la maniobra de estacionamiento al completo.