Qué duda cabe -a estas alturas- de que el coronavirus ha cambiado nuestra forma de vida. Aún debe pasar más tiempo para decidir si estos cambios serán más o menos permanentes… pero, de momento, lo que toca es capear con ellos.
En el área de la movilidad, no es necesario recordar las restricciones impuestas por la cuarentena. Desgraciadamente, el ‘libre albedrío’ parece haberse convertido en una vulnerabilidad que aprovecha bien el virus para dar ‘rienda suelta’ a su capacidad contagiosa.
Ahora que la preocupación por la pandemia está más localizada -con el control de los rebrotes-, las autoridades ponen sobre la mesa la cuestión de mantener las regulaciones de tránsito para evitar contagios. Y no sólo en el plano de los transportes… sino, incluso, en la forma de caminar por la calle.
‘Calles’ dentro de las calles
Con objeto de reservar más espacio para los peatones -de modo que éstos dispongan del debido distanciamiento-, numerosos ayuntamientos de España están llevando a cabo actuaciones para redirigir el tráfico rodado. Pero -como ya se hacen eco en los medios generalistas– las medidas adoptadas no terminan ahí, ni mucho menos.
Sobre el firme, unas nuevas marcas viarias determinan el sentido de circulación que deben seguir los viandantes al caminar por la acera. También existen otras señales -horizontales y verticales- que establecen recorridos de paso pensados para evitar el cruce de personas. Por extraño -u ‘orwelliano’- que pueda parecer, esto ya se practica en ciudades tan importantes como Málaga, Córdoba, Granada o Mataró.
En esta última localidad también han adoptado otra medida curiosa: la sustitución de buena parte de los semáforos manuales por otros automáticos. Como refuerzo, los ‘supervivientes’ han visto reemplazado su clásico botón por otro más grande. De este modo, tienes la posibilidad -para evitar contagios dactilares- de activarlo con el codo.