En una transición hacia el vehículo conectado y autónomo, las telecomunicaciones interpretan un papel decisivo. Para realizar estas conexiones inalámbricas son necesarias las antenas receptoras y emisoras, que se implantan en los vehículos.
Dependiendo del vehículo y su grado de sofisticación, el número, la ubicación y la potencia de las antenas varían para lograr la máxima eficacia en la comunicación.
La ubicación más conocida de las antenas de comunicaciones de largo alcance es la aleta de tiburón -que fue desarrollado por primera vez por BMW-. Este elemento diseñado con funciones aerodinámicas, está colocado en la parte trasera del techo del vehículo, albergando las antenas GPS, Bluetooth, Wi-Fi y 4G entre otras.
Por otro lado, las antenas relacionadas con el eCall -dispositivo de llamada de emergencia-, las emisoras de radio, -AM, FM y DAB o radio digital– o el sistema keyless -que permite acceder a un vehículo y ponerlo en marcha sin necesidad siquiera de sacar el mando a distancia del bolso o bolsillo- se encuentran instalados en partes del vehículo como el paragolpes trasero, la luneta trasera o la consola central.
Para evitar un posible ciberataque, los fabricantes deberán tener en cuenta características de las antenas como la potencia, por ejemplo, ya que mediante ataques de jamming podrían inutilizar las telecomunicaciones o la ubicación, para restringir el rango de acción de la antena a los usuarios de los vehículos y evitar así ataques Man In The Middle.
Con el aumento de la necesidad de la comunicación vehicular la industria de la automoción deberá plantear soluciones a la implementación de nuevas antenas, diferentes ubicaciones y tecnologías, de tal forma que los atacantes no puedan acceder a ellas y poner en riesgo la seguridad y privacidad vial.
Mikel Bilbao / Área Técnica de EUROCYBCAR