Como es lógico, quien acude a comprar un coche de lujo lo hace buscando mucho más que un simple medio para llegar hasta ‘B’ partiendo de ‘A’. Unas veces la razón está en su motor, y en las prestaciones que éste eroga. Otras -sobre todo en la actualidad, existiendo firmas como Tesla– el atractivo está en la tecnología.
Pero la razón mayoritaria de este tipo de compradores para decantarse por una u otra marca es su afinidad con las tradiciones de la misma. Tradiciones que marcan una forma de hacer las cosas, la cual se refleja claramente en sus productos a través de sus diseños o sus detalles de terminación.
De entre estos últimos, la tapicería es uno de los más utilizados como seña de identidad. Con el paso del tiempo, numerosas firmas -ya centenarias, en su mayoría- convirtieron el recubrimiento de sus asientos en una de sus mayores obsesiones, empleando materiales de la mejor calidad para lograr que cualquiera que se acomodase en ellos reconociera -con los ojos cerrados- en qué automóvil se había subido.
El patrón de la locura
Firmas como Bentley -como no podía ser de otra manera- guardan una escrupulosa ‘contabilidad’ de las preferencias de sus clientes. Y, en los últimos tiempos, los de Crewe han notado que las variantes más populares de sus guarnecidos en cuero son las que ofrecen decoración en forma de costuras especiales.

En concreto, se trata de la denominada ‘Diamond-in-Diamond’. Este peculiar patrón -que, como manda la costumbre, se ejecuta de forma artesanal- comienza con una plancha que posee un mosaico de rombos en relieve. Posteriormente, se añade una capa de cuero lisa sobre la cual se comienzan a coser líneas entrecruzadas que resaltan dichos rombos. Según la marca, para dar por terminado uno solo de ellos -incluyendo el bordado del interior- hacen falta 712 puntadas.
El paño perdido
En el corazón de Italia, si alguna marca ha cuidado constantemente el aspecto y calidad de sus sellerías ha sido, precisamente, Lancia. Y, aunque siempre han contado en sus catálogos con excelentes opciones en piel -como, por ejemplo, la Poltrona Frau-, su tejido más afamado jamás dañó la integridad cutánea de ningún animal…

… salvo, claro está, que preguntes a una oveja. Porque el conocido como ‘Paño Lancia’ -presente en sus modelos desde la misma fundación de la marca- se confeccionaba a partir de lana pura. El origen de la misma lo determinó el propio Vincenzo Lancia quien, en los años veinte, eligió a una selecta ganadería lanar del norte de Inglaterra como proveedora.
Inicialmente disponible en cuatro tonos, dos de ellos -el gris y el beige- se mantendrían hasta prácticamente la década de los setenta. En aquel entonces Lancia pasó a manos de Fiat, y su nuevo propietario terminó por romper con la tradición ante la imposibilidad de mantener su calidad. A partir de 1983, se ofrecería Alcántara como sustitutivo. Pero ya nunca volvió a ser lo mismo…