Es muy habitual que los foros de Internet, como ya hicieran las revistas impresas del motor en su época, se llenen de todo tipo de recreaciones de vehículos… cuyo grado de hacerse realidad no suele pasar de las ganas del ilustrador que las ha creado.
Seguramente si hace unos pocos meses alguien nos hubiera anunciado que Renault podría resucitar el mítico R5, siguiendo la moda de hace un tiempo de volver a traer a la vida -convenientemente adaptados- aquellos coches que marcaron una época -como el Mini, el Fiat 500, el VW Beetle, el Mercedes SLS…-, no le hubiésemos dado muchos visos de convertirse en realidad.
Pero recién empezado el año, el Grupo Renault ha anunciado una revolución o, mejor dicho, una Renaulution, que tendrá varias derivadas, como vimos hace algunas semanas. Una de ellas es el lanzamiento de un gran número de modelos eléctricos; concretamente se habla de que de aquí a 2025 habrá siete coches de este tipo en su línea de productos.

Y además de los coches ‘tradicionales’, entre esa gama de eléctricos se espera que haya modelos de carácter más lúdico. Uno de ellos podría ser este Renault 5, de momento un prototipo pero del que ya se anuncia su comienzo de fabricación para 2023 en Francia. No hay duda de que el modelo tiene personalidad de sobra para poder convertirse en un éxito; y eso, en buena parte, tiene que ver en sus raíces y en el hecho de que sea una especie de homenaje a sus antecesores, los R5 y Supercinco de los años 70 y 80.
Ahora bien, ¿será capaz de conseguir que el público se ‘enamore’ de él? Para saberlo, hemos querido hacer un pequeño enfrentamiento histórico entre una de las versiones míticas del Supercinco, la conocida como GT Turbo, y este nuevo R5 Prototype.
La idea era -y sigue siendo- pasarlo bien
Cuando en 1985 se presentó el Supercinco GT Turbo tenía la compleja misión de hacer olvidar a sus predecesores, los R5 Turbo. Y lo cierto es que lo consiguió con creces, al ser un coche más popular, por el hecho de venderse mucho más, de tener un precio razonable y de ser un vehículo deportivo, pero bastante práctico y utilizable.
La primera versión que conocimos contaba con un motor 1.4 gasolina que gracias al empuje del turbo soplando a 0,70 bares de presión conseguía una potencia de 115 CV -era una mecánica heredada de su hermano, el R11 Turbo-, lo cual suponía algo muy serio en la época. Hablamos de años en los que tuvo que verse las caras con coches como el Fiat Uno Turbo, el Peugeot 205 GTI o el Ford Fiesta XR2.
Este modelo de apenas 3,59 m de largo, menos de 900 kg de peso, tracción delantera y caja de cambio manual de cinco velocidades, era un coche muy rápido, con una velocidad máxima ligeramente por encima de los 200 km/h y una aceleración de 0 a 100 km/h en 7,7 segundos -según los datos oficiales-.
En su primera versión, no faltaban paragolpes específicos, carrocería rebajada, unas sencillas llantas… pero, aún así, los entendidos ya sabía que aquello no era un R5 ‘normal’. Los medios de la época hablaron bastante bien del coche, sobre todo por su rendimiento mecánico; sin embargo, en lo que relacionado con el comportamiento, se comentaba que el eje delantero resultaba mejorable, asegurando que “no termina de digerir la potencia disponible”.
Sin embargo, se le calificaba como un coche ‘eficaz’, al decir que tenía “unos límites de agarre muy altos” con unos buenos neumáticos y una buena puesta a punto de la suspensión.
Hay que recordar que desde 1987 llegó una variante mejorada y evolucionada que estrenó un motor potenciado hasta los 120 CV, nuevas llantas de aleación o mejoras en el eje delantero para paliar los problemas de su antecesor, consiguiendo un comportamiento mucho mejor y que la dirección resultase más precisa en los momentos de fuerte aceleración.

Así con todo, estos urbanos lograron ganarse una excelente reputación y una muy buena acogida del público, gracias también a que los precios originales del modelo partían justo por debajo de los 7.500 euros -es decir, con el dinero con el que hoy en día difícilmente puedes acceder a un coche tipo Dacia Sandero, hace cerca de 35 años te podías comprar un auténtico mini-deportivo-.
Y en estos momentos… ¿cuál es el reto?
Del futuro R5 hay cosas que resultan más que evidentes. Una de las principales es que será un modelo que se compre por el factor emocional, basado en su diseño neoclásico. Y que un coche eléctrico se adquiera por ese motivo principal ya ha sido explorado antes por marcas como Mini con su versión EV, el nuevo Fiat 500-e o el Honda-E. Ahora es el turno de Renault, con su máximo responsable de diseño, Gilles Vidal, al frente.
El R5 EV, que será un modelo de cinco puertas que por dimensiones debería posicionarse entre un Twingo -3,4 m- y un Clio -casi 4,1 m-. Su apariencia general se inspira tanto en el R5 original como en el Supercinco, y no faltan los detalles curiosos, como que las pequeñas entradas de aire en el capó del modelo primigenio dan paso aquí a la trampilla donde se conecta el enchufe de carga.
Por otra parte, los faros delanteros y traseros son quizá el guiño más evidente a sus antecesores; los posteriores disponen, incluso de pequeños apéndices aerodinámicos. Por otro lado, el techo puede ser de lona, mientras que hasta el logo de Renault -que, por cierto, va iluminado- vuelve a tener la apariencia de los antiguos modelos de la marca.
¿Algún otro detalles? Que donde los anteriores modelos llevaban los antiniebla, el nuevo incluye unas llamativas luces diurnas de leds. O que no falta el toque patriótico -igual que hace Mini en sus modelos- de colocar la bandera francesa en las carcasas de los espejos retrovisores.
No existen, de momento, imágenes del interior, pero se pueden apreciar detalles llamativos, como la presencia, a medio camino entre la instrumentación tradicional y los HUD, de una pantalla transparte en la que se proyecta la información al conductor.
Por otra parte, se prevé que en 2022 conozcamos la nueva generación de sistemas multimedia de Renault, los conocidos como ‘My Link’ y desarrollados con tecnología de Google, de tal manera que este R5 sería un candidato perfecto para ser de los primeros en incluirlo.

También será un coche que se beneficie de todos los adelantos relacionados en materia de tecnología, ciberseguridad, datos, micro-electrónica y software que vaya generando la nueva área del grupo conocida como ‘Software Republique’.
Visto lo visto, queda hablar de lo fundamental: la parte mecánica. Este nuevo modelo estará construido sobre la plataforma CMF-EV, que será la que lleve el nuevo Mégane eléctrico en 2022. En este caso se trataría de una variante recortada, para ajustarse al tamaño más compacto del R5. Es complicado hablar aún de potencias o de baterías, pero ya sabemos todo lo que es capaz de hacer Renault en modelos de tamaño ajustado como el ZOE.
Lo bueno es que ya especula con que, además de las versiones convencionales, podría haber una versión de alto rendimiento que resucite la denominación ‘Turbo’. Es difícil justificar ese término en un modelo eléctrico, pero si ya lo ha hecho Porsche… ¿por qué no Renault?