Uno de los argumentos principales para justificar el precio de una marca de lujo es la calidad. Y en los coches ésta viene, a su vez, fundamentada en el hecho de que muchos de sus componentes se fabrican a mano. Por personas, y no por robots.
Esto es una constante en marcas como Bentley, la cual mantiene un equipo de tapiceros que -aún en el siglo XXI- trabajan como artesanos. Sin importar si el cuero que tienen entre manos es Connolly o Poltrona Frau, le dan forma y puntadas hasta convertirlo en volantes, asientos, guarnecidos… de los coches que tanto nos apasionan a todos.
Una vida con aguja e hilo
El caso de Noel Thompson es especial. Este maestro guarnicionero acaba de cumplir cinco décadas como trabajador en Crewe. Desde sus inicios en el departamento de ‘coach-trimming’ allá por 1969, Thompson aprendió todos los secretos necesarios para lograr los perfectos remates que se exigen en este nivel de acabados.
Lo que más destaca es el cambio que ha sufrido su entorno de trabajo desde entonces: «cuando empecé, la fábrica estab un poco pasada de moda. Empujábamos a mano los coches sobre bastidores en la línea de producción. Los suelos todavía eran de cemento y las coberturas anti-bombardeos de 1940 se usaban aún como almacenes».
En 1998, con la entrada del Grupo Volkswagen, sus ojos fueron testigos de la profunda transformación: «ahora la fábrica es luminosa y moderna, con una cinta automatizada. Se parece muy poco a cómo era en el pasado. Virtualmente, cada aspecto del negocio ha cambiado a mejor: más modelos, más distribuidores, mejor comunicación con el cliente… Ahora, gente de todo el mundo viaja para visitar la factoría».
Y es que, en la actualidad, una de las tareas de Noel es recibir y guiar a dichos visitantes por las instalaciones. Entre ellos, decenas de famosos y personalidades que aman -y conducen- los modelos de la marca como Elton John, Paris Hilton o Robert Downey Jr.