Resulta curioso que una marca con la excelente imagen, calidad y tecnología no cuente con un auténtico buque insignia en su gama europea; tuvo algo parecido con los modelos Xedos de los años 90 o más recientemente con un coche como el CX-9, pero que no dejaba de ser una adaptación de un vehículo más pensado para el mercado estadounidense.
Pues bien, toda espera parece que ha concluido con la presentación del CX-60, un nuevo SUV que suma a la oferta del fabricante de Hiroshima y que, más allá del tipo de segmento en el que se inscribe -el de mayor tirón comercial en estos momentos-, representa un digno representante de lo que debe ser el modelo cumbre de una gama.
Para empezar, hablamos de un modelo que se va a los 4,75 m de largo, con una anchura de 1,89 m y una altura de 1,68 m, configurado para ser un cinco plazas -más adelante llegará un ‘hermano mayor’ de este modelo, con espacio interior para siete asientos- y con un buen maletero de 570 litros. Estéticamente, no cabe duda de que es un Mazda, pues recuerda a otros de los modelos de la gama, si bien tiene una notable mayor presencia.

El interior dispone de una calidad magnífica, sobre todo por empleo de materiales de excelente apariencia o tacto, ya sean los plásticos en las versiones más sencillas, o el cuero y la madera de arce. Mazda habla de que juega con conceptos como el Kaichô, del que aseguran que es «que es la mezcla de distintos materiales y texturas para generar un punto de irregularidad, combinando madera de arce, el cuero napa, refinados tejidos japoneses y detalles cromados».
En otro aspecto que el CX-60 muestra que quiere ser un buque insignia es en lo relacionado con la tecnología y equipamiento disponible. Uno de los más llamativos diríamos que es el sistema de personalización del conductor de Mazda, que reconoce a la persona que se va a poner a los mandos y puede ajustar de forma automática el entorno de conducción, en función de sus características físicas -entendemos que su altura-, para adecuar posición del asiento, volante, retrovisores, proyección de datos en la pantalla del HUD… y aspectos que tienen que ver menos con la morfología del conductor o la conductora, como sus preferencias en cuanto al equipo de sonido o la climatización.
Por supuesto, en cuanto a las ayudas a la conducción, este Mazda pretende situarse con los mejores del segmento SUV, es decir, contra los Mercedes GLC, Audi Q5 o BMW X3. Por eso, dispondrá de muchas de las que se engloban bajo la denominación i-Activesense.
Por ejemplo, va a contar con un monitor de visión 360º, pensado para mejorar la visibilidad cuando se realizan maniobras a baja velocidad; también de un asistente de intersecciones, pensado para mejorar la seguridad al aproximarse a algún tipo de cruce con poca visibilidad. Además, cuenta con detección de peatones en la parte trasera, dispositivo de mantenimiento de carril, control de velocidad activo y otro sistema que permite salir del interior del coche con seguridad, advirtiendo si viene un vehículo cuando algún pasajero va a abrir la puerta.
Con enchufe, para empezar
Aunque, sin duda, uno de los aspectos más destacables del modelo es que va a iniciar su comercialización con una potente variante híbrida enchufable, la primera de este tipo que la marca va a ofrecer en Europa. Es el resultado de combinar un motor principal 2.5 gasolina de cuatro cilindros e inyección directa con otro motor eléctrico de 136 CV, siendo la batería que alimenta a este último de 17,8 kWh. Por otra parte, el cambio es automático de ocho velocidades, también de nuevo desarrollo, mientras que la tracción es a las cuatro ruedas.
El resultado es que este modelo de nada menos que 327 CV logra muy buenas prestaciones, como demuestra su aceleración de 0 a 100 km/h en apenas 5,8 segundos, pero siendo capaz al mismo tiempo de homologar un consumo medio oficial de 1,5 l/100 km, lo que equivaldría a unas emisiones de 33 gramos de CO₂ por km.

Algo que es posible porque, entre otras cosas, con la batería completamente cargada, este coche puede conseguir recorrer en modo cero emisiones hasta un total de 63 km «mientras el vehículo circule a menos de 100 km/h». Por cierto, que recargar esa batería en un enchufe de casa supone alrededor de cuatro horas en un cargador de corriente normal.
Por lo que se refiere a los precios, la gama parte en nuestro país desde los 50.268 euros de la variante con la terminación Prime-Line; por encima se emplaza el Exclusive, que sale por 51.818 euros, siendo el Homura la variante con un aspecto exterior más deportivo y que cuesta 54.168 euros, situándose el Takuma en lo más alto por 55.718 euros.
Son precios claramente más competitivos que los de su competencia alemana. Más adelante, la gama se va a completar con motores gasolina y diésel de seis cilindros, que a pesar de su elevada cilindrada y potencia, anuncian consumos similares a los de propulsores con dos cilindros menos; entre otros motivos, gracias a que serán microhíbridos mediante un sistema de 48V.