Movilidad

Londres dice ‘no’ a los automóviles ‘youngtimers’

La capital británica abre la veda: su zona de bajas emisiones exigirá un alto peaje -y mayores sanciones- a los clásicos más 'jóvenes'. ¿Cómo se lo han tomado los 'petrolheads' locales?

Cartel de la ULEZ de Londres

Aun a pesar de las infinitas corrientes que existen en el universo de la automoción, existe en cada una de ellas un cierto grado de cohesión. Pero las centradas en los vehículos -digámoslo así- ‘añejos’ son las grandes excepciones. Y todo por culpa de lo ‘voluble’ que es, no en vano, la definición de ‘clásico’.

Los más optimistas del colectivo se afanan -con gran ilusión- por rescatar y cuidar el coche de su infancia, aunque éste sea un ‘caballo de batalla’ con tan sólo la leve pátina de una década a la intemperie. Otros, los más pesimistas -y ‘echados al monte’- claman, ante la situación presente, que «si no son pocos [los aficionados], no quedará ninguno».

Y, por el momento, son los segundos los ganadores -muy a su pesar-. Porque la urbe moderna, tan ‘sostenible’ y conectada, no quiere ver ni en pintura a los automóviles de cierta edad. Ahí tenemos el caso ‘Madrid Central’, con su conocida historia.

Un ‘peaje’… y muchas decisiones

Pero, en el Reino Unido, su contrapartida –la ‘Ultra Low Emissions Zone’ de Londres– colisiona frontalmente con la fuerte afición a los clásicos, reforzada -y canalizada- a través de sus miles de clubes. Muchos de los cuales son tan antiguos como el automóvil mismo.

Ahora que el consistorio de aquella ciudad se propone ampliar severamente esta ‘ULEZ’, la aseguradora Hagerty -especializada en este tipo de vehículos- ha querido analizar el impacto que causará la medida entre sus clientes -y amigos- si, finalmente, las autoridades terminan ‘saliéndose con la suya’.

Entradas a la ULEZ de Londres

Según la normativa de la ULEZ, estos clásicos podrían seguir accediendo a ella… previo pago de una tasa diaria que asciende a 14,54€ al cambio. Un sistema de cámaras conectadas revisa cada matrícula que entra y sale, procediendo a sancionar con hasta 186€ a los conductores ‘morosos’. Sólo existe una excepción por antigüedad: los vehículos con más de 40 años, considerados ya ‘históricos’.

Hagerty calcula que la entrada en vigor de la nueva ULEZ -prevista para finales de año- afectará a unos 60.000 vehículos residentes en el área, los cuales -al no satisfacer la normativa Euro 4 de emisiones- deberán ‘pasar por caja’.

Minis clásicos en el centro de Londres

Como viene siendo costumbre, la peor parte se la llevan los coches y motocicletas de los años ochenta, ya considerados como ‘youngtimers’. Luca Lucchesi conserva como una joya una pieza de esta década, un Bentley Turbo R de 1989. Pero, como asegura, no será por mucho tiempo: «Lo utilizo a diario, y simplemente no tiene sentido pagar ese dinero cada vez que lo conduzca. […] Tengo otro coche -un Range Rover– que podría usar en su lugar, pero creo que cambiaré el Bentley por algo más antiguo que esté exento. Soy afortunado por poder permitírmelo, pero mucha gente no podrá hacer lo mismo».

Así le ocurriría a Jude Currie, un joven de Surrey apasionado por los coches de los noventa que acude a la capital para ‘salvar’ estos modelos que aún no terminan de considerarse como coleccionables. Lo cual, como él mismo reconoce con su propio ejemplo, los deja en la picota: «A finales del año pasado, en Greenwich, salvé un Hyundai Elantra de 1995. Era uno de los siete que aún quedan en circulación. Y conseguí comprarlo por su valor de desguace, porque acababa de suspender el MOT [la inspección técnica] y el dueño no quería remediarlo porque iba a venderlo igualmente ahora, por culpa de la ULEZ».

Licenciado en Periodismo, comencé mi andadura en prensa local con el Heraldo de Soria y terminé haciendo labores de comunicación para la Biblioteca Digital del Ayuntamiento de Madrid. Agradecido de poder expresar con mi trabajo mi amor por los coches. Petrolhead a tiempo completo y, cuando no estoy trabajando, pilotillo en simuladores de conducción. Sólo estoy vivo cuando estoy en la carretera. Creo firmemente en un uso responsable de la tecnología. Por ello, mi cometido aquí es contribuir a que la sociedad pierda el miedo frente a los avances y cambios que trae.

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