Tienen razón -nunca dejaron de tenerla- quienes argumentan que, ahora mismo, «no está el horno para bollos». Pero el mundo, en su infinita complejidad, no deja de demostrarnos que toda forma de pensar tiene su contraria. Y esa contraria, curiosamente, también suele tener razón.
En el actual contexto de pandemia y crisis económica subsiguiente, podría parecer demasiado presuntuoso -casi obsceno- celebrar algo tan leve como una victoria en competición. Pero, para una marca como Jaguar, representa-más bien- la manera de recordar todo lo que somos capaces de hacer. De apelar a nuestra voluntad de superación, una de las cualidades únicas del ser humano.
De ahí que la firma del felino haya comenzado el año con un encargo muy especial para su división ‘Jaguar Classic’. Tras ‘revivals’ tan sonados como el de los dos primeros E-Type de producción, la marca se desplaza algunas letras hacia atrás en el abecedario para devolver a la carretera a su C-Type. El modelo que colocó a los de Coventry por primera vez en el palmarés de las 24 Horas de Le Mans.
Setenta años… no son nada
Así pues, en el setenta aniversario de su aparición, Jaguar Classic lanzará la ‘C-Type Continuation’. La ‘tirada’ se limitará a tan sólo ocho ejemplares, si bien cada uno de ellos será plenamente fiel al original… y, de paso, al gusto único de su propietario gracias a un configurador web.

Como curiosidad, estos ‘nuevos’ C-Type incorporarán una tecnología que -en la época- quedó reservada a las variantes de competición: los frenos de disco. Toda ayuda será bienvenida para mantener bajo control los 220 CV de su 3.4 de seis cilindros, pues tu único ‘asistente’ aquí será… el sentido común.

Según cuenta la propia Jaguar, ‘revivir’ al C-Type ha requerido una perfecta fusión de tradición y ‘high tech’. Por un lado, escanear un ejemplar original les permitió crear una reproducción CAD sobre la cual empezar a trabajar. Pero, para garantizar que las nuevas unidades de esta ‘Continuation’ son realmente fieles, debieron rescatar primero los bocetos y diarios de su ‘padre’, el diseñador Malcolm Sayer.