Para sustituir al mítico Kadett, Opel anunció un compacto llamado Astra -nombre que, en realidad, ya llevaba tiempo utilizando Vauxhall, su ‘hermana’ británica- en cuya campaña de televisión se podía escuchar el eslogan: “Imagínate el futuro del automóvil hecho realidad hoy”. Ahora que han pasado tres décadas, ¿qué recordamos de ese modelo y esa época?
En las recién estrenadas televisiones privadas, un anuncio de televisión comenzó a emitirse en 1991; en él se podía ver al Astra surcando una atractiva carretera próxima al mar, mientras de fondo sonaba la música de Brian Eno.
Una voz femenina, como leyendo en voz alta mientras escribe una carta, va definiendo a un compacto que tenía que verse las caras en el segmento de los VW Golf, Ford Escort, Peugeot 309, Renault 19, Citroën ZX o Nissan Sunny.
En esa época, 31 años atrás, algunas de las virtudes de las que presumía este coche era de tener ‘cinturones de seguridad activos’, ‘estructura de protección lateral’, ‘micro-filtro de aire para el interior’, ‘inyección multipunto’, ‘motores catalizados’… Estaba claro que la seguridad -de hecho, desde 1991 en España se hace obligatorio el uso del casco y del cinturón en todas las plazas- y la ecología comenzaban a ser aspectos vitales para promocionar un vehículo.
Lo cierto es que en aquel año, el Astra supuso un cambio fundamental para Opel… y para el segmento de los compactos. En una época en la que vivimos la Guerra del Golfo, la muerte de Freddy Mercury o cuando Tim Berners-Lee presenta el navegador para Internet, este modelo destacaba por su moderno diseño o porque lo podías elegir con una amplia variedad de carrocerías.
De hecho, con el paso de los meses la gama del conocido como ‘Astra F’ dispuso de variantes de tres y cinco puertas, sedán, familiar, comercial e, incluso, un descapotable que diseñó Bertone. Eso contribuyó, sin duda, a su éxito y a que pudieran fabricarse cerca de 4,13 millones de unidades entre 1991 y 1997, siendo el modelo más vendido de la marca.

También ayudaron otros factores; por ejemplo, era un medio muy preocupado por el medio ambiente y ya presumía de su alto nivel de componentes reciclables -o reciclados, como los soportes de los paragolpes o los revestimientos de los pasos de rueda-. También se apreciaba ese cuidado por ‘lo verde’ en la gama de motores, con cinco opciones en gasolina y una en diésel, dotadas todas de un catalizador para minimizar las emisiones nocivas.
Sin duda, de todos ellos los más recordados eran los modelos deportivos GSI, con carrocería de tres puertas y el motor 2.0 a elegir con 115 y 150 CV, este último con 16 válvulas.

Por lo que se refiere a la seguridad, además de los refuerzos en las puertas o en los asientos con un diseño para evitar que en caso de impacto el cuerpo de los pasajeros de los asientos delanteros se desplazase por debajo del cinturón, en 1994 se unió un elemento clave para reducir posibles daños ante un accidente: el doble airbag frontal para conductor y pasajero.
Tecnológicamente, llamaban la atención elementos como los equipos de sonido con la pantalla separada, y que también se utilizaba para mostrar los datos del ordenador de a bordo; el sistema que limpiaba el aire que entraba al interior; el control de tracción electrónico para la versión GSI 16V; incluso hubo prototipos eléctricos conocidos como Impuls III: un total de diez unidades que acumularon más de 350.000 km de pruebas y que ya entonces alcanzaban hasta 120 km/h y ofrecían una autonomía de 160 km.