Hace ya más de un año que cuatro espías militares rusos intentaron hackear la conexión WiFi de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, con sede en La Haya (Holanda). Estas personas, que entraron al país como diplomáticos, responden a los nombres de Aleksei Morenets, Evgenii Serebriakov, Oleg Sotnikov y Alexei Minin. El intento se descubría precisamente cuando esta institución investigaba un ataque químico del ejército ruso en Duma (Siria). También seguían la pista del envenenamiento del agente doble Sergei Skripal y su hija Yulia.
De un coche a un edificio
Aunque los cuatro agentes rusos estaban siendo vigilados desde que llegaron a Holanda, el 10 de abril de 2018, los periodistas de investigación de la web Bellingcat extrajeron una valiosa información adicional. Al contar con los datos del coche de uno de los detenidos, descubrieron un total de 305 coches vinculados a un edificio de Moscú. Los investigadores detectaron primero un Lada a nombre de Alexey Morenets (en concreto, el modelo VAZ 21093), y constataron estaba domiciliado en una dirección moscovita: Komsomolsky Prospekt 20.
Curiosamente, esta dirección coincidía con la de la sede de la unidad militar 26165, que no es otra cosa que el departamento de “ciberguerra” de la GRU (la agencia de inteligencia rusa heredera de la KGB). Siguiendo esta pista, los investigadores consiguieron identificar los vehículos de otros 305 individuos, los cuales también se encontraban registrados en esa dirección. Y no sólo eso, también obtuvieron sus nombres, fechas de nacimiento y números de teléfono.
Qué dijo Holanda
Según la información que facilitó Bellingcat, todos los individuos descubiertos tenían entre 27 y 53 años de edad. Sin embargo, aunque la operación fue realizada entre el 11 y el 13 de abril de 2018, no se dio a conocer a la opinión pública hasta el 5 de octubre del mismo año. “Se trataba de una operación de contraespionaje, y hemos creído que sería más efectivo hacerla pública que arrestarles. Queremos demostrar que ni nosotros, ni nuestros aliados, toleraremos este tipo de agresiones”, dijo Ank Bijleveld-Schouten, la ministra holandesa de Defensa.
Los cuatro espías habían escondido en el maletero de un coche de alquiler (un Citroën C3) el equipamiento más avanzado para atacar la red WiFi del organismo contra la proliferación de armas químicas. “Vimos que, dentro, había una batería para alimentar los ordenadores y otros aparatos utilizados para perpetrar el ataque; también varias antenas”, contó en rueda de prensa el general Onno Eichelsheim, jefe de los servicios secretos militares de Holanda; “intentaron destruir sus teléfonos móviles, pero sin éxito”. De no haber sido descubiertos, las autoridades holandesas afirmaron que su siguiente viaje habría sido a un laboratorio suizo. En él también se estaban investigando sustancias químicas usadas por Rusia.
La reacción del país de los Lada
¿Y qué dijo Rusia en su momento sobre toda esta historia? Ante todo, la describió como un “cóctel diabólico” de acusaciones, formuladas por alguien con una “imaginación muy rica”, además de acusar a Holanda de una “campaña propagandística”. En cualquier caso, este episodio dio comienzo a toda una ofensiva contra el ciberespionaje ruso en Occidente.
El VAZ 21093 era el más económico de la gama 2109, más conocida en España como Lada Samara. Se trata de la generación de este modelo que se empezó a producir en enero de 1987. Posteriormente, en Rusia, lo renombraron con la denominación de Lada Sputnik. En la versión atmosférica, el motor 1.5 del VAZ 21093 entregaba 76 CV de potencia. Su consumo era una de sus grandes virtudes: Unos ajustados 7,3 litros a los 100 km para la época.