Para cuando un nuevo modelo llega a tu concesionario de confianza, ya ha recorrido un largo camino. Camino lleno de pruebas diseñadas para llevar sus capacidades -y también sus tecnologías- al límite.
Algunos de estos test se desarrollan en lugares que son, simplemente, incompatibles con la vida humana. Y marcas como Seat los buscan para conocer hasta dónde pueden llegar sus productos.
Recientemente, la firma española ha compartido la experiencia vivida con sus SUVs -el Ateca y el Tarraco– en dos localizaciones tan dispares como sólo pueden serlo el desierto del Sahara y el Círculo Polar Ártico. No en vano, entre ambos puntos de la Tierra existe una diferencia de temperatura de 100 grados centígrados.
Un desafío titánico
En lugares así, incluso los vehículos mejor preparados terminan por fallar. La nieve y el hielo son superficies traicioneras, sobre las cuales el agarre brilla por su ausencia. Además, bajo ellos se puede ocultar algún obstáculo capaz de hacerte perder el control… y que tengas un accidente.
Con estas condiciones deslizantes, la transmisión es uno de los órganos que más sufre. Las pérdidas constantes de tracción pueden dañar prematuramente el diferencial y los engranajes de la caja de cambios, junto a la electrónica que los controla.

Más allá de la sensación desorientadora que produce un horizonte tan monótono, el desierto oculta muchas y peligrosas trampas. La arena nunca está compactada de igual manera en todas partes. Por lo tanto es muy fácil atascar una rueda en algún punto blando, pudiendo además volcar si circulas a alta velocidad.
En este terreno, la suspensión y los neumáticos son los elementos más castigados. En el caso de la primera, un mal salto en una duna puede, literalmente, reventar un amortiguador. Y los segundos están muy expuestos a pinchazos y cortes cuando el suelo está lleno de piedras.
¿Qué puede hacer la tecnología?
Desde su amplia experiencia, el piloto Jordi Gené -eterno ‘hombre de la casa’ de Seat- recomienda que, por ejemplo, en la frenada sobre estas superficies «el sistema que lleva el coche instalado interpreta muy bien cada situación. Si tenemos que parar no hay que tener miedo en aplicar fuerza al pedal del freno […] Cuando tenemos una emergencia tanto en las dunas del desierto como en la nieve, lo mejor que podemos hacer es pisar fuerte el pedal y el sistema que llevamos de última generación detendrá el vehículo en los menos metros posibles».

Gené tampoco tiene reparos en alabar el control de descenso en pendientes que, en su opinión, «nos ayuda muchísimo tanto a descender las pendientes como a subirlas, incluso a arrancar en caso de estar parados».
Pero, por encima de todo, lo que más te ayudará en cualquier caso es anticiparte. Como el propio piloto recuerda: «pueden aparecer placas de hielo en la nieve o una piedra en el desierto. Tienes que leer con un poco de anticipación lo que viene, para poder corregir un sobreviraje o para ayudar al coche a traccionar».