Desde que, tras el estallido de la alarma sanitaria provocada por el COVID-19, los fabricantes de coches cancelasen en masa los pedidos de chips semiconductores, el repunte de las ventas no ha permitido, sin embargo, restablecer el ritmo de la producción.
La razón es que los proveedores de estos dispositivos, mayoritariamente de Asia Oriental, diversificaron su negocio ante la falta de demanda en este sector y ahora no pueden hacer frente, aunque están en proceso, a este ‘efecto rebote’. Es la llamada crisis de los microchips, cuyos efectos se están haciendo notar más y más.
Desplome de la publicidad
No solo afecta directamente a las cadenas de producción de vehículos. Ante la imposibilidad de hacer frente a una mayor demanda, el sector de la automoción ha descendido de manera considerable su inversión en publicidad. Así pues, el mundo de la comunicación comercial también se está viendo afectado por esta crisis.
Desde la AEA -Asociación Española de Anunciantes-, observan un importante descenso, dentro del sector de la automoción, en lo relativo a las impresiones o inserciones en todos los medios de comunicación. Un hecho que se ha notado de manera más acusada en los últimos meses del año.

Es algo que preocupa, y mucho, dentro del ámbito publicitario, ya que cuando todo apuntaba a una fuerte reactivación de las inversiones, por causas ajenas, esta recuperación se está viendo seriamente afectada.
Aun así, desde la AEA se muestran optimistas y estiman que, a medida que se vayan restableciendo los suministros, este factor que les ha afectado tan negativamente vaya remitiendo.
La situación puede alargarse hasta 2023
El último trimestre ha sido negro para todas las actividades comerciales relacionadas con la industria relacionada de la automoción. Según datos de ANFAC, solo en octubre, la producción de vehículos registró caídas de hasta el 37,9%.
Hasta entonces, en España se habían fabricado un total de 1.757.280 unidades, lo que ya supone un 2,5% menos que el año anterior. Hay que tener en cuenta que 2020 se vio severamente afectado por la pandemia de COVID-19 -incluyendo parones de actividad y cierre total de fábricas durante varios meses-.
La situación propiciada por la escasez de microchips se está alargando más de lo inicialmente previsto. Como consecuencia, las empresas han adoptado una metodología de trabajo ya conocida, denominada ‘Just In Time’ -JIT-. Este modelo de organización se basa en producir solo lo estrictamente necesario, minimizando al máximo los inventarios.

Esto ha conllevado la suspensión temporal de las líneas de producción y la ejecución de ERTES hasta que el reabastecimiento de estos componentes, básicos para las cadenas de fabricación, se solucione. Las previsiones indican que no será hasta finales de 2022, o incluso inicios de 2023, cuando pueda reajustarse la producción de semiconductores con la demanda procedente del sector automotriz.
La patronal asegura que se están adoptando diferentes medidas para dar respuesta, progresivamente, a la demanda procedente de los usuarios. Y es que a pesar de que el mercado general de turismos ha bajado un 36% -en comparación con 2019-, los vehículos electrificados -híbridos enchufables y eléctricos puros-, han duplicado sus datos de nuevas matriculaciones.
Estos datos, unidos a la aprobación del PERTE VEC, muestran un horizonte esperanzador y que la movilidad sostenible es un mercado en auge y en progresión.