Hot Wheels es una de las firmas jugueteras del mundo del motor más conocidas en el ámbito mundial, desde su aparición allá por 1968. Son millones las personas que han tenido al menos alguno de estos pequeños automóviles a lo largo de su infancia… o, también, en edades más adultas. Suponían a la vez un pasatiempo, pero también una sana obsesión, pues había -y hay- tantos modelos y colores que raro era el caso de personas que no empezasen su colección.
Por no hablar de los circuitos que se podían comprar para dotar del escenario perfecto a los minúsculos coches. Además estos automóviles, que muchas veces no costaban más de uno o dos euros cada ejemplar, tambien contaban con pistas especiales, ya fuesen de carreras, acrobáticas o, incluso, circuitos de ciudad, mega-garajes o hasta pista de derrapajes.
Estos hot wheels son reproducciones a escala de todo tipo de coches del mundo real; pero es que hay colecciones de todas las clases, como las dedicadas a películas -Guardianes de la Galaxia, Star Wars-, videojuegos -SuperMario-, el mundo de los comics -DC, Marvel…-. Es decir, que el simple hecho de conocer todos los que existen, de admirar esta enorme variedad y de entretenerse con ellos ya daría para dedicarle mucho, mucho tiempo… aunque siempre con un inconveniente: estos modelos llegan, como lejos, hasta donde les impulse la ‘fuerza humana’ y algún tipo de sistema mecánico que los haga salir disparados. Sin embargo, esto no parecía diversión suficiente para el Jakarta Diecast Project. Los responsables se han propuesto transformar un pequeño MBW E30 M3 en un diminuto coche dirigido por radiocontrol.
Convertir un juguete en algo más complejo
La operación comienza desmontando el minúsculo coche, y eliminando las ruedas que trae ‘de serie’. Así, se realizan varios cambios a la plataforma base, haciéndola compatible con una suspensión trasera y unos nuevos ejes específicos. Luego, un pequeño motor de corriente continua -DC- se monta sobre dicho ensamblaje para mover las ruedas posteriores. Le siguen otra serie de cambios en la prte delantera, centrados en la suspensión… y, por supuesto, la dirección, que dispone de un diminuto servomotor que permita girar las ruedas.
Todos los mecanismos estarán controlados por un receptor de radiocontrol que, como el resto del coche, tiene un tamaño liliputiense. Este elemento cuenta incluso, con un giroscopio que ayuda al pequeño -y ligero- automóvil a mantenerse lo más estable posible cuando acelera.
Una vez realizado todo esto, se elimina la pintura exterior del coche y se le incorpora un kit de carrocería atractivo. Acto seguido se colorea de naranja chillón y se le agrega alguna calcomanía. Es importante que la nueva carrocería ‘se ensamble’ a la actualizada plataforma mediante un sistema de imanes… para así poder desmontarlo más adelante con facilidad, por si hiciese falta repararlo o añadirle alguna nueva modificarlo.
Mucha gente podrá hacerlo en casa
Es cierto que la explicación de la transformación por parte de Jakarta Diecast Project no entra al fonde de algunos de los cambios más complejos del proceso, por ejemplo con lo que tiene que ver con el eje delantero. Pero sigue siendo una guía muy útil para todo aquel que se atreva a crear un minúsculo pero apañado coche a control remoto. En apariencia y funcionamiento, lo cierto es que no tiene mucho que envidiar a lo que puedes adquirir, de estilo similar, en tiendas y comercios.
Al fin y al cabo, con la ayuda del vídeo de Youtube adjuntado que detalla mejor el proceso, se puede crear una auténtica obra maestra, que además ha sido confeccionada a mano. Todos los componentes necesarios también están disponibles en Internet. Si bien es cierto que tener experiencia previa y conocimientos en este tipo de cosas sin duda facilitarán mucho el proceso, ello no debe desanimar a todo aquel que quiera combinar su pasión por los Hot Wheels con la satisfacción de un trabajo manual bien hecho.