Concepts y prototipos

Concepts con Historia: Opel Junior

Adoramos a los concepts por su capacidad de anticipar los futuros modelos de una marca. ¿Qué hubiera pasado con el Corsa... si hubiese sido tan 'modular' como su prototipo?

Imagen frontal del Opel Junior

Puede que estés aburrido de nuestro entusiasmo cada vez que conocemos un nuevo ‘concept car’. Pero, compréndenos: se debe, por encima de todo, a nuestras ganas de escudriñar en ellos lo que piensan hacer las marcas con su futuro.

Al fin y al cabo, existen algunos concepts ‘suertudos’, que pasan a la producción con apenas un par de retoques. Pero hoy vamos a abrir -una vez más- nuestro baúl de la historia para hablar de lo que no te gusta: un prototipo cuya idea principal quedó perdida por el camino.

Como de costumbre, una píldora de contexto antes de comenzar. En 1983, el Opel Corsa apenas llevaba apenas un año a la venta. Un urbano cuyo espíritu moderno arrasó tras aterrizar entre una arcaica competencia -Renault 5, Ford Fiesta… e, incluso, los últimos latidos del Fiat 127-. Sin embargo, aun a pesar de su gran ventaja, las ‘batas blancas’ de Opel guardaban en su laboratorio una idea aún más jovial y transgresora…

Tan juvenil era… que la llamaron ‘Junior’

Y la presentaron, en forma de prototipo, en el Salón de Frankfurt de aquel mismo año. La base del Opel Junior era la del mismo Corsa, incluyendo su motor: el ‘viejo confiable’ 1.2 OHC de 55 CV. No hacía falta más para que mostrara lo realmente diferente en él: su manera particular de concebir eso que llamamos ‘vida a bordo’.

Imagen posterior del Opel Junior

Por fuera, su estética ‘monobloque’ recibía la bonificación conjunta de un peso muy ligero -650 kg, ni un Citroën AX- y un coeficiente aerodinámico impropio de su ‘figura’: 0,31 Cx. Y, desde el sillón del historiador ventajista, está claro que su filosofía exterior sí caló en Rüsselsheim, por su parecido -del todo razonable- con el Corsa de la ‘Generación B’ que llegaría después.

No obstante, la verdadera ‘fiesta’ del Junior discurría por dentro. Con sólo abrir una de sus dos puertas, te zambullías en un micromundo donde todo era modular. Y todo significa… pues eso, absolutamente todo. Por ejemplo: ¿qué tal desmontar el ‘tapizado’ de los asientos y utilizarlo como saco de dormir? O, mejor aún… ¿Por qué no quitas la radio -y sus altavoces- del salpicadero y te apañas una ‘boombox’ cañera para la playa?

Interior del Opel Junior
Autorradio portátil del Opel Junior

Así las cosas, un complicado entramado de clips, pinzas y correas se encargaba de hacer posible fantasías de tal calibre. Todo con una intención: que te quedaras a vivir en su habitáculo por mucho tiempo… y completamente ‘a tu aire’. Incluso, si te apetecía probar -de verdad- la vida del ermitaño con el Junior, Opel tenía preparado el accesorio más surrealista jamás visto en esta colección: una maquinilla de afeitar.

Evidentemente, lo que un interior así -tan parecido a un juguete ‘Lego’- no podía ser es, justamente, buen protector de sus ocupantes en caso de impacto. De ahí que sea comprensible que Opel no llevara la idea -ni pizca de ella, oiga- a la producción. Pero quizás sea mejor así. Mejor mantener la -muy romántica- idea de que un coche puede ser tan ‘loco’ como su creador lo desee…

Licenciado en Periodismo, comencé mi andadura en prensa local con el Heraldo de Soria y terminé haciendo labores de comunicación para la Biblioteca Digital del Ayuntamiento de Madrid. Agradecido de poder expresar con mi trabajo mi amor por los coches. Petrolhead a tiempo completo y, cuando no estoy trabajando, pilotillo en simuladores de conducción. Sólo estoy vivo cuando estoy en la carretera. Creo firmemente en un uso responsable de la tecnología. Por ello, mi cometido aquí es contribuir a que la sociedad pierda el miedo frente a los avances y cambios que trae.

DEJA UNA RESPUESTA

¡Por favor, escribe tu comentario!
Por favor, introduce tu nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.