Al ser un sistema cambiante según el tipo de transporte o la región, es complicado dibujar un panorama del transporte público que englobe toda España. Pero tomando también como referencia otras ciudades del mundo, parece que las consecuencias del coronavirus han sido similares.
En Madrid desde el comienzo del estado de alarma se ha dado una reducción drástica de trayectos. Tanto de autobuses urbanos e interurbanos, trenes de cercanías o metro. Siendo este último el que menos servicios ha recortado. Además, se han tomado ciertas medidas como restringir el pago en efectivo con la finalidad de evitar la transmisión del coronavirus.
Ya no solo se ha restringido la actividad de estos transportes. El gobierno también ha hecho una petición a los ciudadanos para que eviten tomar el transporte público siempre que sea posible. Los números generales de uso han bajado hasta en un 84%, y no parecen haber sido sustituidos por otros tipos de transporte.
Esta obligada bajada ha afectado de forma dispar a cada uno de los medios de transporte. Los autobuses pueden llegar a hacer rutas completas sin recoger ni un solo pasajero, sobre todo los que comunican municipios de la periferia.
Dependiendo de la línea, el número de servicios por día ha llegado al mínimo permitido. Pese a ello, algunas rutas sobre todo del centro urbano siguen recibiendo una afluencia similar a la original. De hecho, desde el día 23 de marzo hay una línea exclusiva Atocha-Ifema especialmente dirigida a los afectados.
El coronavirus bajo tierra
Muy distinto es el contexto del Metro, que durante las primeras jornadas de cuarentena dejó escenas de grandes aglomeraciones en los andenes. Esto no solo ha pasado en la capital española y otras ciudades del país. En China, el anuncio del cierre total de Wuhan hizo que el transporte público sufriese grandes colapsos.
Las nuevas medidas de restricción sobre el trabajo no esencial han provocado que este tipo de sucesos ya no se den. Sin embargo, el metro sigue siendo el medio de transporte público que más pasajeros recibe al día.
Esto provoca que el servicio de limpieza esté continuamente llevando a cabo limpiezas exhaustivas. Una práctica que se ha visto en los servicios de metro de todos los países afectados hasta el momento.
Una de las primeras medidas que se tomaron en España fue prohibir los servicios de car sharing, bicicletas o patinetes eléctricos. Por eso es curioso observar como en Nueva York marzo supuso un aumento del 67% en estos trayectos o de un 100% en Chicago. Pero la norma general a nivel global ha sido la suspensión de estos.
¿Cierre total?
Por su abundancia de espacios reducidos y la afluencia que suele acoger, el transporte público es un punto crítico para la propagación del coronavirus. Es por ello que algunas ciudades como Nueva Dehli, India, hayan decidido suspender completamente sus servicios. O que Londres haya cerrado hasta 40 estaciones de metro.
Sin embargo, la suspensión total del transporte público supondría una traba más en la lucha contra el coronavirus. Toda España está sufriendo una insuficiencia de movilidad de personal sanitario o personas afectadas. Una situación que se agravaría.
De hecho, el gobierno ya ha anunciado que tomará como ejemplo el modelo de trenes de alta velocidad franceses. Desde el recién terminado fin de semana, el gobierno ha aclimatado algunos trenes de RENFE para el traslado de infectados a zonas con más recursos médicos disponibles.