Prueba a fondo

CarLab: Mazda CX-5 2.2 Skyactiv-D Homura

Hay dos formas de hacer las cosas: al estilo convencional y al 'estilo Mazda'. Esto último significa apostar por determinadas tecnologías o por aplicar otras que usan los demás, pero de manera diferente. Así es el renovado CX-5.

iImagen exterior Mazda CX-5 tres cuartos delantero Hackercar

Qué debes saber del CX-5 de la prueba

Que la versión analizada tiene un precio de 40.673 euros sin incluir posibles promociones -si lo financias con Mazda, el precio final arrancaría en los 36.753 euros, además de incluir los mantenimientos durante los dos primeros años o 40.000 km-. Con la misma combinación mecánica hay acabados que salen más caros, como el Signature -desde 45.473 euros- y otros más baratos, como es el caso del Origin, que arranca en los 35.473 euros. Consulta en tu concesionario oficial de Mazda por las promociones disponibles para este modelo en cada momento.

Que la versión analizada lleva el acabado Homura: Eso significa que es la variante más deportiva… al menos por su aspecto, ya que incluye unas vistosas llantas de aleación en color negro, detalles decorativos también en negro para la parrilla frontal, pasos de rueda o carcasas de los espejos retrovisores, tubo de escape deportivo…

Pero en cuanto a equipamiento tecnológico viene de serie con elementos interesantes como el dispositivo de proyección de datos en el parabrisas, el sistema multimedia Mazda Connect con pantalla de 10,25″ y servicios conectados -incluyendo una app que te puedes descargar, sin coste, en el móvil-, compatibilidad con Android Auto y Apple Car Play, radio digital, sistema de navegación, cargador inalámbrico para móvil, climatizador bi-zona, Bluetooth, cuatro tomas USB, cuadro de mandos con pantalla de 7″, equipo de sonido Bose, control de ángulo muerto, lector de señales de tráfico, freno de mano eléctrico, frenada automática de emergencia, detector de fatiga, alarma, control de velocidad adaptativo, acceso y arranque manos libres, sistema de ayuda al aparcamiento con cámaras 360º, faros delanteros de led adaptativos, control de presión de neumáticos…

El equipamiento de serie es tan completo que hay muy pocas opciones. De hecho, lo que puedes encontrar son más bien accesorios y muchos de ellos para temas de estética, como fundas para el mando a distancia, diferentes tipos de llantas… Eso sí, también puede equipar un sistema de calefacción auxiliar que, según el configurador de la marca, sale por 2.569 euros.

Que esta versión lleva un motor 2.2 turbodiésel, una cilindrada que hace un tiempo si era habitual -en modelos de Honda, Opel, Nissan, Mercedes…- pero, ahora, es poco común. Este propulsor de cuatro cilindros en línea, ubicado en posición transversal bajo el capó delantero, tiene una potencia de 150 CV con un par máximo de 380 Nm. Este coche, que pesa 1.612 kg, registra una velocidad máxima de 204 km/h con una aceleración de 0 a 100 km/h en 9,9 segundos. Por lo que se refiere al consumo, la marca japonesa declara oficialmente una media de 5,6 litros -norma WLTP-. Todos estos datos son referentes a la versión analizada, con cambio manual de seis velocidades y tracción a las ruedas delanteras.

Este SUV de cinco puertas tiene una longitud de 4,57 metros, mientras que su anchura es de 1,84 m y su altura de 1,68 m. Dispone de cinco plazas y un maletero cuya capacidad varía -según se abatan los asientos posteriores- entre los 522 y los 1.395 litros. En cuanto al depósito de combustible, cuenta con una capacidad de 56 litros, que son curiosamente dos menos que en las variantes de este mismo CX-5, pero con tracción a las cuatro ruedas.

¿Por qué Mazda siempre ha ido contracorriente? ¿Por qué sigue siendo una marca independiente y saneada?

Era un 17 de agosto de 2018 cuando comenzaba la andadura de una de las principales secciones que habría de tener HackerCar: la de CarLab, es decir, la dedicada a las pruebas de vehículos, enfocadas desde el punto de vista tecnológico, de la ciberseguridad… Aquel día recogíamos el primero de los más de 200 coches que, desde entonces, han pasado por nuestra redacción. Se trataba de un Mazda CX-5 que, en aquellos momentos, acababa de estrenar su segunda generación en el mercado europeo.

En cierta forma, sabíamos -por experiencias acumuladas a lo largo de los años en la profesión- lo que nos íbamos a encontrar. Es decir, los puntos fuertes en los que destacaría el modelo. Por ejemplo, que tendría un diseño llamativo, que su calidad sería muy buena, que el precio resultaría razonable y que, para ser un SUV, resultaría incluso divertido de conducir. Sin embargo, lo que no teníamos tan claro era cómo sería el punto en el que más nos íbamos a centrar en nuestras pruebas: la parte tecnológica.

interior Mazda CX-5 Hackercar

Además, aquel Mazda sería un primer ‘referente’ de todo lo que llegaría después con los siguientes coches de prueba en HackerCar. Es decir, que los asistentes a la conducción, el funcionamiento del equipo de sonido, la sencillez de manejo del sistema multimedia del CX-5 serviría como piedra de toque para nuestros futuros CarLab. Porque, si bien es cierto que durante muchos años en la profesión habíamos analizado esos aspectos de cada vehículo, nunca lo habíamos hecho de una manera tan pormenorizada.

¿Por dónde podíamos empezar?

Después de recoger el coche que, por cierto, contaba con el motor gasolina 2.0 de 165 CV y tracción delantera junto con el acabado más completo de la gama disponible por aquel entonces, comenzamos a fijarnos en lo más evidente: el exterior. Había que sustraerse a lo evidente, es decir, a la pura estética del vehículo. ¿De qué manera se podía reflejar en una prueba escrita… la tecnología de un coche sin ni siquiera haber accedido a su interior?

En ese aspecto, el Mazda ‘lo pone fácil’… sobre todo en nuestra unidad de pruebas: nos referimos a la pintura. Es cierto que en la gama 2022, una de las novedades estéticas ha sido el nuevo color llamado Zircorn Sand, pero hay que reconocer que el ya conocido como Soul Red Crystal que luce nuestro modelo sigue atrayendo muchas miradas.

Es una opción que cuesta 890 euros -que es un precio considerable- pero es el que más tecnología encierra. Una tonalidad que, precisamente, debutó en el CX-5 que probamos hace cuatro años… y que, a su vez, fue una evolución del denominado Soul Red Metallic.

A veces es difícil definir lo que es un color, pero el de este SUV es ‘potente’, profundo, atrayente… además de que transmite sensación de calidad y, tal y como destaca la marca, un acabado artesanal. Para ello emplea una estructura de tres capas y recurre a un pigmento especialmente desarrollado, así como a diferentes partículas que absorben y reflejan la luz para lograr todas esas cualidades que caracterizan a este tono rojo.

Además de por este elemento, en el exterior hay un dispositivo que evoluciona respecto al modelo anterior al restyling: nos referimos a los faros. Puede que, al primer golpe de vista, no parezcan muy diferentes a los anteriores: muy finos, muy elegantes, con luces led… pero hay progreso en cuanto a la tecnología. Por ejemplo, cada uno de ellos -y nos referimos tanto a los delanteros como los traseros- se componen de cuatro lámparas de led, además de haber pasado de 12 a 20 módulos cada uno en el caso de los situados en el frontal.

Eso se traduce, como destaca la propia marca, en que se puede ‘controlar la distribución de la luz con mayor precisión’, de tal forma que es posible, por ejemplo, circular de noche con las luces largas y no deslumbrar al resto de vehículos, ya sean los que llevas por delante o vienen en sentido contrario. También adopta distintos patrones según la conducción; por ejemplo, a menos de 40 km/h el haz de luz será más ancho, lo cual puede resultar interesante al acercarnos a un cruce por la noche que no esté muy bien iluminado.

Del resto del exterior, se mantienen cosas que ya conocíamos en el modelo desde su presentación, como puede ser el sistema de acceso y arranque manos libres, que viene de serie y que es de los que, además de llevar el mando encima cuando te aproximas al coche, también debes pulsar un pequeño botón en las manecillas de las puertas para que los seguros se desbloqueen.

Lo que si ha cambiado frente a su antecesor es el propio diseño de la llave: antes era más fino y alargado, pero ahora tiene una forma más cuadrada pero también delgada, de tal manera que sigue siendo cómodo de llevar en un bolsillo.

Para concluir con el exterior, decir que se mantiene el cómodo dispositivo de portón trasero con apertura eléctrica -pero sin función ‘manos libres’, en el sentido de que no se abre pasando el pie bajo el paragolpes trasero, sino tocando en un mando en la zona de la matrícula- y que también cuenta con un conjunto de cámaras 360º -frontal, trasera y dos laterales- que combinan sus imágenes para mostrar de un vistazo todo lo que rodea al coche. Eso sí, en ‘primer plano’ tenemos lo que es la imagen de la cámara trasera, mientras que el resto de ‘vistas’ no se pueden ampliar y aparecen a la derecha en una vista secundaria.

La conectividad y la parte multimedia: los beneficiados

No es solo el caso del Mazda: casi todos los modelos que se presentaron hace unos años y se han renovado recientemente, apuestan principalmente por una mayor digitalización de los interiores. Mazda lo ha llevado a cabo aunque, como en el resto de apartados, lo han hecho a su manera.

Comenzando por la instrumentación, la del CX-5 de hace cuatro años era prácticamente analógica, salvo por el hecho de contar con un pequeño display mono-color para las informaciones del ordenador de a bordo.

En la gama 2022 no se llega a recurrir a un cuadro completamente digital -como el que pueden lucir varios de sus competidores… o un CX-60 dentro de la propia marca-, pero sí que apuesta por un modelo mixto, que incluye relojes tradicionales ‘de aguja’ en los laterales, que flanquean una pantalla central muy curiosa, ya que sobre ella se encuentra la esfera redondeada que forma al velocímetro.

Un display que en sus 7″ también da cabida para mostrar el nivel de combustible, el consumo instantáneo, la autonomía, las indicaciones del lector de señales de tráfico… Es decir, sigue habiendo espacio para todo lo relacionado con el ordenador de a bordo y que se controla desde el mando con la leyenda ‘info’ ubicado en la parte izquierda del volante.

Pero si comienzas a pulsar sobre él verás, además de los datos de dos ordenadores de a bordo, si están funcionando algunos de los asistentes a la conducción… e, incluso, el nivel restante del depósito de AdBlue o un check-control para mostrar si los sistemas del coche están en orden.

Lo que sí ha evolucionado claramente en el sistema de info-entretenimiento. Es cierto que sigue ubicado en la parte superior del salpicadero -y que no es abatible- y también es cierto que conserva su original formato 8:3 muy alargado y apaisado -frente a la tendencia de emplear pantallas, incluso, en posición vertical o mucho más cuadradas-. Pero el tamaño ahora es netamente mayor, pues se ha pasado de las escasas 7 a las notables 10″ del actual modelo.

También ha variado parte del modo de manejo; y es que mientras que hace cuatro años el Mazda Connect -anteriormente MZD Connect- contaba con la posibilidad de manejarlo de manera táctil o desde un conjunto de cinco mandos situados cerca de la palanca del cambio, ahora solo existe la segunda posibilidad. Si esto es mejor o peor, hay opiniones para todos los gustos…

Pero para nosotros no es una mala opción, porque seguramente sea menos seguro -en el sentido de que ‘robará’ más atención al conductor- tener que ‘estirar’ el brazo y apuntar bien con el dedo para seleccionar la función deseada que hacerlo un par de mandos en forma de ruedecitas y unos botones que hacen de accesos directos a las funciones del dispositivo. Tal vez cuando más lo eches en falta es cuando te toque introducir algún comando alfanumérico, como pueda ser un destino para que te guíe el navegador.

También siempre queda la opción del mando fónico o control de funciones por voz aunque, en este caso, de momento el Mazda no apuesta por los asistentes virtuales por voz natural, menos estrictos y predeterminados a la hora de tener que ‘charlar’ con ellos. Volviendo a la parte multimedia, hay otro detalle estético que demuestra que ha habido una evolución: la inexistencia, en este modelo 2022, de una ranura para insertar los CD’s, ya que ahora se entiende que la música que escucharás a bordo será a través de la radio digital -de serie-, de la toma USB o de la música que llega de tu móvil vía Bluetooth.

Una de las cosas que puedes controlar desde el sistema multimedia es el potente Bose; Mazda lleva ya 30 años trabajando con este especialista en sonido

Hablando de soluciones inalámbricas, este Mazda cuenta con un cargador de este tipo para teléfonos móviles compatibles con esa tecnología. Algo que no es posible, por ahora, con los protocolos Android Auto y Apple Car Play que deben ejecutarse mediante cable. En todo caso, este ha sido sin duda un avance claro frente al CX-5 de nuestra prueba de hace cuatro años, ya que en ese momento el coche no lo ofrecía… si bien se estaba empezando a implementar en toda la gama Mazda en aquel año.

Por lo que se refiere al propio funcionamiento en sí del sistema multimedia, lo que mejor lo define es su sencillez de manejo y fluidez. No te va a sorprender con vistosas animaciones, coloridos menús… ni te va a abrumar con miles de funciones. Desde el principio, su manejo resulta sencillo e intuitivo; se puede acceder a elementos como la telefonía manos libres, el sistema de navegación, las fuentes de sonido, ajustes del vehículo… e información de, por ejemplo, el ‘historial de rendimiento del combustible’ o de cuándo deberás pasar las siguientes revisiones dentro del mantenimiento programado.

Hablando de conectividad, aquí se ha producido otro salto respecto a su predecesor. De hecho, el vehículo permite realizar actualizaciones de software del dispositivo, algo que es una buena idea, ya que normalmente esas puestas al día llevan aparejadas mejoras en el funcionamiento del propio dispositivo, pero también corrección de fallos y mejoras -o parches- de ciberseguridad. Pero lo mejor es que, ahora, el usuario puede vincular su coche y su teléfono mediante una app que se descarga desde las tiendas oficiales y de manera gratuita, llamada MyMazda.

Desde la aplicación, cuyo proceso de vinculación concluye dentro del vehículo -ya que en la pantalla del sistema multimedia te aparece un código que debes introducir en tu teléfono y cuya vigencia en el tiempo es de unos pocos minutos: eso es una buena idea de ciberseguridad-, se pueden controlar aspectos como la ubicación del vehículo, realizar acciones remotas como abrir o cerrar el seguro de las puertas -ambas opciones ya te aparecen en la misma pantalla de inicio-…

También permite conocer información como el nivel de combustible restante -aunque no en litros, sino en tanto por ciento-, si tienes alguna puerta del vehículo abierta o los kilómetros totales que lleva recorrido tu coche. Asimismo, desde la app es posible solicitar una cita en el taller, conocer tu historial de mantenimiento, enviar destinos al navegador desde el teléfono -por ejemplo, cuando estás en tu casa: es una forma de agilizar el proceso cuando te subes al Mazda para comenzar un viaje-…

Para concluir, un dato curioso y dos que podrían mejorar: el primero, que esta app permite crear un usuario principal, que es el que tiene acceso y control a todas sus funcionalidades… pero también puede invitar a un segundo usuario que podrá acceder solo a ciertos datos del vehículo -los que determine el conductor principal-.

¿Qué cosas no puedes llevar a cabo con esta aplicación? Por ejemplo, hacer que suene el claxon o se enciendan las luces -algo de cierta utilidad para, por ejemplo, ver dónde está el coche exactamente… o ‘ahuyentar’ a alguien que veas que está merodeando alrededor del vehículo-. Y por último, ni desde la app ni desde el propio vehículo existe la opción del e-call o llamada automática de emergencia en caso de accidente.

Recordando los buenos tiempos

Llevamos ya bastantes años viendo cómo las marcas están apostando por la hibridación, normalmente vinculada a los motores de gasolina, o la electrificación de sus gamas, ofreciendo cada vez más variantes de este tipo. Y Mazda no es ajena a estas tendencias que, de hecho, están presentes en su oferta de modelos pero, de momento, no por ahora en este CX-5.

Pesa 1.600, no tiene electrificación ninguna y consigue un rendimiento excelente: ese es el gran logro de este Mazda

Es más, uno de los aspectos que no ha tenido variaciones de importancia ha sido el de la oferta mecánica disponible para este modelo. Eso quiere decir que -aparte de los gasolina- sigue habiendo la posibilidad de elegir entre dos motores diésel. De estos dos últimos, el menos potente es un 2.2 de 150 CV, que es el que llevaba nuestra unidad de pruebas, asociado a la tracción delantera y el cambio manual.

Lo primero que debes saber es que este es un coche que luce la pegatina ‘C en el parabrisas, que tiene una cilindrada inusualmente alta para lo que se lleva hoy en día y que como elemento tecnológico cuenta con un eficaz y refinado sistema stop-start, para detener el propulsor en semáforos, atascos o retenciones para reducir el consumo de combustible.

Pues bien, a pesar de todo, lo de subirnos a un SUV de gasóleo ‘al estilo clásico’ solo nos ha traído muy buenas sensaciones. Y es que, hasta no hace tanto tiempo, este tipo de mecánicas eran el deseo de todo los compradores, que no dudaban en pagar el incremento de precio que suponían estas versiones respecto a las equivalentes de gasolina, con tal de beneficiarse de sus ventajas en cuanto a empuje, consumos, autonomía…

De nuevo, Mazda sigue un camino diferente al del resto de fabricantes -y así lo va a seguir haciendo, pues ya ha anunciado que en breve llegará su sofisticadísimo propulsor 3.3 V6 diésel, el más ‘limpio’ del mundo y que hará su debut en el ya mencionado CX-60-, apostando por una mecánica que es capaz de plantarse en los 200 km/h, bajar de los diez segundos en el 0 a 100 km/h o mostrar cifras de autonomía superiores a los 900 km cuando el depósito está lleno.

Esto último lo consigue porque es sencillo que, a ritmos normales, pueda mantenerse por debajo de los seis litros de media, lo que combinado con los 56 litros de depósito, consiguen esa buena autonomía -bastante más del doble o casi el triple que el vehículo eléctrico ‘promedio’-.

Visto lo visto, ¿qué tal ha evolucionado el Mazda CX-5 en estos últimos años? Podríamos decir que lo ha hecho ‘con cabeza’. Qué duda cabe que ha mantenido sus puntos fuertes en cuanto a diseño, rendimiento mecánico, buenas cualidades dinámicas… y, al mismo tiempo, ha progresado -pero ‘sin volverse loco’- en lo relacionado con la parte multimedia y de conectividad.

Es decir, que han llegado mejoras, se han integrado bien en los sistemas ya existentes y el resultado es que si un conductor que le gustaba su anterior CX-5 decide repetir con el nuevo modelo, no se va a ver ‘sobrepasado’ por un nivel tecnológico que escape a sus conocimientos.

Imagen Mazda CX-5 tres cuartos trasero

¿Que hay modelos más tecnológicos en el mercado dentro del segmento? No hay duda, y no hay más que echar un vistazo a un Hyundai Tucson -el líder de ventas- o lo que va a ser el Renault Austral. Pero no es por un defecto del propio Mazda, sino al hecho de que el modelo se encuentra en mitad de su ciclo vital y habrá cosas que no podrá afrontar -y que seguro que los ingenieros y desarrolladores de la marca japonesa ya tienen más que preparadas- hasta que llegue la próxima generación.

Por último, mencionar el precio: estar algo por encima de los 40.000 euros sin promociones o los 36.000 euros con descuento por financiar significa estar bien situado en el segmento, con el plus de la imagen y exclusividad que aún conserva el Mazda y la ventaja de verle equipado de serie con elementos que sus rivales suelen ser una opción, como el HUD de proyección de datos en el parabrisas o el equipo de sonido de alta gama.

VALORACIONES
Conectividad
7.5
Asistentes a la conducción
7.5
Tecnologías de confort
7
Tecnologías de conectividad
7
App
7
Llevo años dedicándome al mundo del motor; porque me gusta, porque es el único que he practicado y porque es un sector que no deja de evolucionar. Me gusta buscar la noticia -a veces es ella que me encuentra-, soy cotilla por naturaleza y creo que la exclusiva la puedes hallar muchas veces en el sitio más inesperado.

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