Qué debes saber sobre el Jeep Cherokee:
Que es la quinta generación de un modelo mítico entre los todo terreno. Estrenada en torno a 2014, se emplaza como un vehículo moderno… pero que no renuncia a ’embarrarse’. Mide 4,62 m de longitud, 1,85 de anchura y 1,68 de altura, lo cual le lleva a rivalizar -por tamaño- con el BMW X5 o el Mercedes Clase M. Eso sí, frente a la mayoría de oponentes, su altura al suelo le permite pasar por sitios vedados para el resto.
Que es el último Cherokee del extinto Grupo Chrysler, pues -como ya está sucediendo con el Grand Cherokee- el futuro de este modelo pasa por ‘hermanarse’ definitivamente con su pariente de FCA, el Alfa Romeo Stelvio. Y es que, aunque se desconocen los detalles concretos, es de esperar que el próximo miembro de esta saga adquiera la plataforma del SUV del ‘biscione’.
Que está muy bien equipado, a pesar de los seis años que lleva a la venta. De serie, el acabado Overland -el más completo de la gama- incorpora ya algunos sistemas muy interesantes como el aparcamiento automático, el acceso y arranque ‘sin llave’ y todas las posibilidades de conectividad que ofrece. No obstante, sus servicios conectados -que gestionarás a través de la app Uconnect LIVE– deberás suscribirlos aparte. En total, un ejemplar como el que ves en las fotos te acarrearía un desembolso de 62.040€.
“Existe un espíritu común entre todos los sistemas del Cherokee: lo ‘prudentes’ que son. Se nota muchísimo que procede de un país como Estados Unidos, donde las demandas particulares contra las grandes compañías -por fallos en sus productos- están a la orden del día”.
Algunas corrientes -bien de pensamiento, costumbres, modas…- llevan tanto tiempo entre nosotros, que cuesta encontrar el punto donde comenzaron. Esa hora crítica, a partir de la cual el mundo nunca volvió a ser el mismo.
Así ocurre también, en el universo de los coches, con disciplinas como el ‘offroad’. Heredera de un tiempo en que las carreteras no eran sino una sugerencia de tránsito, aún sigue siendo toda una pasión que impulsa al automóvil hacia lugares en los que, incluso, planta la huella de sus neumáticos antes que la del primer hombre.
Sin embargo, la actual coyuntura del sector ha limitado enormemente la oferta de modelos dedicados a esta especialidad, la cual nunca fue demasiado amplia. Pero dentro de los que aún quedan ‘en pie’, el Jeep Cherokee es uno de los exponentes más reconocidos de ayer, hoy y siempre.
Siendo HACKERCAR un medio dedicado a la ciberseguridad de los vehículos, nuestra razón principal para citarnos con el Cherokee no tuvo nada que ver con una excursión por el campo. Más bien al contrario, el motivo fue muy ‘urbanita’: queríamos conocer de cerca al primer vehículo comercial ‘crackeado’ de la historia.
Y es que, en 2015, una pareja de investigadores del MIT –Charlie Miller y Chris Valasek– lograron poner a su merced -de manera remota- una unidad de este modelo, ante la impotencia de su conductor. Tal experimento se realizó con las mayores precauciones, y permitió a Jeep descubrir el problema y atajarlo con un parche.
Gracias a la curiosidad de estos hackers, la actual iteración es hoy mucho más cibersegura.
Aventurero precavido… vale por dos
En líneas generales, existe un espíritu común entre todos los sistemas del Cherokee: lo ‘prudentes’ que son. Se nota muchísimo que procede de un país como Estados Unidos, donde las demandas particulares contra las grandes compañías -por fallos en sus productos- están a la orden del día”.

Ello ha llevado a los técnicos de Jeep a programarlos de tal forma que resistan incluso el más negligente o desinformado de los usos. Por supuesto, tampoco faltan las clásicas pegatinas que te advierten de todo lo que puede sucederte -muerte incluida- si no haces caso de sus consejos.
Un primer ejemplo lo encontramos en su control de crucero inteligente. Creado para las superautopistas e interestatales americanas, reduce con mucha suavidad si tiene distancia suficiente con el vehículo que le precede. Y, al contrario, frena bruscamente cuando detecta una diferencia de velocidad severa… como podría ser el inicio de un atasco.
Desde luego es evidente que está pensado para evitar a toda costa un golpe por alcance, aun en detrimento de la comodidad de los pasajeros. No obstante, una vez te acostumbres a este ‘zarandeo’ recibirás a cambio una tremenda sensación de seguridad, como si el coche ‘se supiese el camino’.

El contrapunto lo representa el asistente de mantenimiento de carril. Tiene de bueno la rapidez con que la cámara frontal lee las líneas sobre el firme. A partir de ahí se vuelve ‘peleón’ con la dirección, queriendo llevar su propia trazada por encima de la tuya. Unido al hecho de que el aviso ‘manos en el volante’ salta a veces en falso -aunque lo estés sujetando-, todo ello lo convierte en un sistema que necesita mejorar.
En otro orden de cosas, el detector de ángulo muerto sí funciona como debe, con un amplio radio de detección posterior. Dos detalles que nos han sorprendido de este sistema: en primer lugar, si pones el intermitente para cambiar al carril ocupado, lanza un aviso acústico que siempre sorprende. Y, en segundo lugar, es el mejor en la detección de motocicletas. ¡No se le escapa ni una! Eso sí, para beneficiarte de sus ventajas es necesario que el Cherokee circule por encima de 20 ó 30 km/h.

Por su parte, el conjunto de ayudas al aparcamiento cumple adecuadamente. Empezando por los sensores de proximidad, éstos otorgan un elevado margen de espacio que reconfortará incluso al menos avezado con las maniobras. También cuenta, como refuerzo, con la alerta de tráfico cruzado.
La cámara de visión trasera no destaca precisamente por su calidad de imagen… pero es igualmente práctica, gracias a su estupendo ‘campo de visión’ que reproduce sin deformaciones lo que ocurre tras el paragolpes posterior. No deja de ser curioso que rivales más caros no tengan este último aspecto en cuenta…
El colofón lo pone un asistente de aparcamiento automático muy completo -tiene tanto capacidad de entrada como de salida, en línea y en batería- y muy fácil de usar. Con sólo unos pocos pasos, el Cherokee encontrará el hueco ideal y lo ocupará. Solamente le hemos encontrado un defecto y es que, si el espacio está ocupado por ‘algo’ que no es un vehículo -como muebles y trastos varios-, lo toma erróneamente como vacío.

El selector de modos de conducción no es como otro cualquiera, ya que aquí influye directamente sobre la tracción integral, a través del control electrónico del diferencial. Cuatro son sus opciones: ‘Normal’, ‘Sport’ -que desactiva el control de estabilidad-, ‘Snow’ y ‘Sand/Mud’. A ellas se unen dos botones adicionales para el control de descenso en pendientes y la clásica ‘reductora’, que acorta al máximo las relaciones de la transmisión para ayudarte a sortear los más duros obstáculos.
El salón de las visitas
Por lo general, en HACKERCAR tendemos a destacar una tecnología dedicada al confort cuando ésta es sorprendente. Y, aunque las del Cherokee no ‘reinventan la rueda’, lo cierto es que dejan detalles muy agradables. Por ejemplo: los asientos -y el volante- están calefactados, y se compenetran con el climatizador y el termómetro exterior para activarse automáticamente si la temperatura es muy baja.

Todo lo anterior redondea un habitáculo de materiales y acabados decentes… pero cómodo a rabiar. Además, esta terminación Overland -cuyo nombre rinde homenaje a sus orígenes, ‘Willis-Overland Motors’- incluye un buen número de remates específicos.
Ni siquiera la apertura automática del maletero se sale de la tónica principal del modelo: avisa con denuedo de sus intenciones y se toma su tiempo en abrir y cerrar el portón. Sería, por tanto, muy complicado que tuvieras un accidente con este mecanismo.

En la actual era de los ‘Virtual Cockpits’, el Cherokee sorprende con un panel de instrumentos clásico que no está exento de encanto. Entre los dos relojes principales se sitúa una generosa pantalla a todo color, de buena calidad e imagen nítida.
Y con mucha información: ordenador de a bordo, datos sobre la fuente de audio, estado de componentes como la batería, calidad del aceite… Tan sólo faltaría la lectura de las señales de tráfico, que queda relegada a la imagen del navegador en el sistema central.

Para evitar peligrosas distracciones, posee además un bloqueo que te impide acceder al menú de opciones mientras circulas. Y, a modo de curiosidad, en muchos de sus gráficos utiliza una representación del viejo Willis de 1941 para simbolizar otros vehículos del entorno.
Eso sí: tratándose de un coche norteamericano -donde estos ‘gadgets’ son muy populares-, la ausencia de un Head-Up Display es difícil de perdonar, máxime en este nivel de precios.

Terminamos volviendo la vista hacia la parte central del salpicadero, donde nos espera un viejo conocido: el sistema multimedia Uconnect LIVE. En esta ocasión, nos recibe con su pantalla de 8,4 pulgadas y sus consabidos buen tacto y rápida respuesta. La colocación de la misma es muy clásica… pero ideal para captarlo todo sin desviar demasiado la vista.
Otro aspecto destacable es su amplia compatibilidad con toda clase de dispositivos, entre los cuales figuran iPods de algunas generaciones pasadas. Incluso cuenta con una entrada auxiliar, por si te apetece conectar algún reproductor ‘prehistórico’.

Su presentación es muy personalizable. La página de ‘Apps’ -que sirve como menú principal- contiene iconos que puedes arrastrar y cambiar de sitio, incluso colocándolos en alguno de los siete huecos del borde inferior. También puedes elegir entre varios estilos y apariencias predefinidas… pero tendrás que hacerlo con el motor en marcha para que te deje acceder al submenú.
En todas sus funciones -navegador, reproducción multimedia, conectividad…- el Uconnect LIVE da la talla con suficiencia. Tan sólo su compatibilidad con Android Auto y Apple CarPlay estaría algo ‘desperdiciada’, pues muestra ambas plataformas en un marco que resta espacio utilizable de la pantalla.

Y, por último, en lo referido al ‘car-audio’ quizá echamos de menos un equipo opcional de calidad superior. ¿Dónde quedó la larga amistad entre Jeep y los especialistas como Infinity Audio?